Discurso apertura pronunciado por el ingeniero Miguel Vargas, presidente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y vicepresidente mundial de la Internacional Socialista, en la sesión inaugural del Consejo de la Internacional Socialista, que se celebra desde el lunes en Santo Domingo
Del escritoriode eulalioalmonte@gmail.com
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Muy buenos días,
Señor George Papandreou, Presidente de la Internacional Socialista y Primer Ministro de Grecia,
Señor Don Luis Ayala, Secretario General de la Internacional Socialista,
Señores miembros de este Consejo,
Amigas y Amigos,
El Partido Revolucionario Dominicano inició en la década de los años 60, las relaciones con los partidos socialdemócratas europeos de Suecia, Alemania y Francia, entre otros, y desde 1976 es miembro de la Internacional Socialista. Esa vinculación ha contribuido a reforzar nuestras convicciones acerca del Socialismo Democrático y de la necesaria adecuación de sus postulados en sociedades como la dominicana.
Recuerdo como José Francisco Peña Gómez representó a toda Latinoamérica en la lucha por una verdadera democracia, junto a los principales líderes de la Internacional Socialista, como lo fueron el compañero Willy Brandt, de Alemania, Olof Palme, el legendario dirigente del socialismo sueco, mártir inolvidable, Francois Mitterand, Mario Soares, Pierre Maurois, Felipe González, y otros destacados estadistas y líderes de estatura mundial.
La relación del PRD con la Internacional Socialista ha sido extraordinariamente fructífera, para el desarrollo y modernización de la democracia dominicana.
Nos sentimos orgullosos de nuestra herencia y tradición Socialista Democrática, y de nuestro compromiso con la libertad, la justicia social y la solidaridad.
Quiero aprovechar esta significativa ocasión para hablarles de la seguridad y de la paz, ante las crecientes amenazas comunes que enfrentan nuestras sociedades.
La seguridad hoy día, no puede tratarse con la lógica imperante en la guerra fría. El mundo ha cambiado. Las relaciones son otras. Y la dinámica de esas relaciones es diferente.
Vivimos en un mundo interconectado. Lo que sucede en Oriente, impacta en el Caribe y lo que antes sólo afectaba el área del Caribe, repercute en otros puntos del Planeta.
El crimen se ha internacionalizado. Existen redes que operan a nivel global como tentáculos del narcotráfico, del terrorismo fundamentalista, y del tráfico ilegal de armas y de personas.
Las migraciones se han desbordado, el cambio climático es una realidad, las fuentes de energías convencionales se agotan, muchos estados se rearman, el integracionismo cultural amenaza con aislar sociedades y comunidades.
Aparece una nueva brecha, entre las sociedades más conectadas y las desconectadas de los recursos que brinda a la humanidad la era digital.
La deforestación, la erosión del suelo y la escasez de agua, son fenómenos que están reduciendo la producción de alimentos y dificultando la situación sanitaria.
Las fuentes de energía de casi la mitad de la población mundial dependen directamente de recursos naturales tales como leña, carbón, paja o estiércol y estos recursos se están agotando o degradando, lo que genera mayor número de conflictos.
La desigualdad, la pobreza y la marginalidad se mantienen y se amplían en muchos países, junto a la concentración de las riquezas en pocas manos, junto a la especulación, la economía ilegal, el narcotráfico y la corrupción.
Esas realidades son amenazas serias para la paz, y en muchos países rebasan la magnitud, la velocidad y la eficacia de los planes y perspectivas de los gobiernos, y de los discursos convencionales que se les dedican.
Más que militar y geopolítico, la seguridad es hoy un tema social y humano, puesto que, desordena y trastorna la vida diaria de la familia, de la comunidad, del medio ambiente, de las instituciones y del funcionamiento de los mercados.
Se requiere una nueva reflexión sobre la seguridad, una conducta activa y un enfoque verdaderamente integral, creativo y transversal, que redefina la dinámica social del Planeta.
En la actualidad, los principales problemas de seguridad se producen al interior de los Estados, generando nuevos peligros y desafíos para la humanidad.
Como bien lo establecen los fundamentos de la Internacional Socialista, para crear un nuevo clima de confianza, se deben eliminar las causas sociales y económicas de los conflictos y promover la competencia pacífica y equitativa en los campos de la creación de la riqueza, el bienestar y la solidaridad.
Trabajar por la paz con visión totalizadora y humanista es la tarea más digna de los Gobiernos y los Estados. Este es el principal reto para la generación de líderes que actualmente inciden de una u otra forma en la orientación de nuestras sociedades.
Nunca tendremos paz verdadera bajo el predominio de las armas. En el reino de la violencia, el miedo y la represión aniquilan toda posibilidad de ejercicio democrático.
La paz que merecemos, requiere calles, aceras, escuelas, hospitales públicos, energía eléctrica continua y accesible a todos, acueductos y, sobre todo, presupuestos participativos. La paz que merecemos requiere transparencia, eficiencia y honradez administrativa. Requiere un crecimiento económico e inversión en convivencia y en coordinación con los reclamos del medio ambiente.
El camino de la paz requiere civilidad, equidad e inclusión social. Resulta imprescindible una nueva forma de gobernar nuestras sociedades, que renueve el compromiso político desde adentro, desde el corazón de quienes en los partidos políticos tenemos la responsabilidad de dirigir nuestras sociedades.
No se trata de conformarnos con administrar crisis financieras o de limitarnos a promover la estabilidad macroeconómica; tareas importantes e imprescindibles para lograr el crecimiento económico, pero que no bastan para asegurar el desarrollo humano.
Para cambiar el rumbo es preciso transformar el carácter de las instituciones, redefinir el papel del Estado en el aspecto económico y social. Debemos ponernos el traje de faena diaria y trabajar por la paz y la justicia, todos los días de nuestra vida pública y privada, a nivel familiar y a nivel de la comunidad en que vivimos.
Para tener comunidad y barrios seguros, debemos tener personas seguras, sociedades seguras, países seguros, un entorno internacional seguro y gobiernos responsables. El barrio seguro empieza con comida segura, empleo seguro, agua segura, electricidad segura, pero sobre todo con salud y educación de calidad seguras.
Finalmente, les propongo que aprovechemos esta importante reunión del Consejo para ponderar:
La creación de un Centro de Estudio Internacional Socialdemócrata Sobre Seguridad, para prevenir y asesorar a los gobiernos y los partidos; y de una Oficina Permanente para el acompañamiento y reforzamiento de la Seguridad en la República Dominicana y la República de Haití.
Desde un enfoque superficial se pretende atribuir a la Republica Dominicana ser indiferente ante la situación de Haití, cuando la verdad es que nuestra nación, nuestra economía y nuestra sociedad, son las que más aportan a los ciudadanos y hermanos del vecino país.
El apoyo al vecino país es un problema que forma parte de la seguridad regional y continental. Su situación interna demanda soluciones integrales, humanitarias y de una mayor responsabilidad de la comunidad de naciones.
Cuando nos ocupamos de mejorar nuestro hoy, garantizamos un mejor presente en nuestras vidas.
Que viva el internacionalismo y el humanismo socialdemócrata.
El autentico socialismo del siglo XXI
¡Bienvenidos y bienvenidas a la República Dominicana, la tierra de José Francisco Peña Gómez!
Un pueblo educado sabrá elegir a dirigentes honestos y competentes. Éstos elegirán los mejores asesores. Un pueblo ignorante desperdicia sus recursos y se empobrece. Un pueblo ignorante vive de ilusiones. Un pueblo educado sabe muy bien diferenciar un discurso serio de una predica demagógica.
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