Ya no hay espacio para la duda. La lucha por mantener la sonrisa de un cuerpo que no habla les invitará a seguir caminando hacia tormentas y remolinos. La revolución de las conciencias será necesaria para no admitir libertad regalada, sino dignidad para conquistarla con el único fin de que otro mundo sea posible.
Cada vez se hace más necesario tomar partido, abandonar la apatía que nos lleva a contemplar con horror acontecimientos espeluznantes para pasar a la acción. Así es como proliferan los modernos quijotes entre los poderosos mientras más flacos se están quedando los sanchos del pueblo.
¡Qué horrible contradicción!: la gente se muere de hambre en países que alimentan a medio mundo. Si esto no es capaz de golpear las conciencias creo que habremos perdido la esperanza para siempre.
Con todo, siento que algo se mueve, que está en marcha una nueva revolución que tiene muy poco que ver con la política o la economía y mucho con la condición humana y las ideas.
Cada vez somos más los que pensamos que otro mundo es posible y que nuestro deber es luchar todos los días por alcanzarlo. Otro mundo es posible. Es el momento de volver a empezar y no me cansaré de repetirlo. El pueblo dominicano debe de asumir la suficiente conciencia revolucionaria para poder llegar a ser conscientes de que no todo se puede comprar, nada puede ser superior a la dignidad de los hombres, la voz del pensamiento y de las ideas a favor de la vida sin muerte social tendrá que ser nuestra realidad cierta, aquella que nos reafirme en la lucha para sacar de este mundo todo lo que hemos heredado de la tradición y del pasado.
Es necesario que la sociedad sea capaz de poner en marcha esa nueva y esperanzadora revolución de la condición humana que se identifique sólo con los pensamientos y las iniciativas capaces de construir una convivencia para la vida sobre la muerte en la vida.
No soy por naturaleza un escéptico. Más bien al contrario. Me gusta la pasión, la valentía y la verdad, aunque estoy curado de espanto, al menos lo suficiente como para desconfiar de los que ofrecen libertad regalada.
La dignidad en la lucha por la conquista de la libertad se conseguirá mientras seamos capaces de mantener la conciencia allí donde la hayamos conseguido.
No estoy con quien ilusiona con sus atractivas propuestas, pero si estaré siempre con quien las cumpla.
Con todo lo expuesto solo quiero referirme al deseo de esperanza de que todo hombre que aspira a recibir, en un momento determinad, la confianza del pueblo lo haga con el firme y honesto propósito de utilizar la ética y la moral como fundamento básico de la responsabilidad en su conducta pública y privada.
A pesar de los tiempos que corren, de corrupción, ambición, codicia y lujuria no quiero que nadie pueda decir algún día que me flaqueó mi esperanza ni mi confianza en la condición humana de los dirigentes democráticos.
¿Los cambiará el poder o conseguirán demostrar que otro mundo es posible?
La esperanza está servida y los desfavorecidos, de cualquier lugar, pendientes de sus conciencias.
(Reproducido de CambioRD)
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