miércoles, 3 de diciembre de 2008

La socialdemocracia: evolución histórica

socialdemocratas-alemanes-1932

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La socialdemocracia es una ideología política que surgió a finales del siglo XIX y principios del XX del seno del marxismo, creían que la transición a una sociedad socialista podía lograrse mejor mediante una evolución dentro de la democracia representativa que mitigara los efectos del capitalismo antes que por algún otro método.

 Los socialdemócratas pretenden reformar el capitalismo democráticamente mediante la regulación estatal y la creación de programas y organizaciones patrocinados por el Estado para aliviar o quitar las injusticias que ellos piensan son inflingidas por el sistema capitalista de mercado.

Con anterioridad, se describía a los socialdemócratas como socialistas reformistas (dado que abogaban por el desarrollo del socialismo a través de reformas parlamentarias graduales) en contraste con los socialistas revolucionarios, que pretendían alcanzar el socialismo mediante una revolución obrera o caso contrario por medio de una evolución extraparlamentaria no estatal. La socialdemocracia también aborda los temas valóricos desde un prisma progresista. Es el sector de la izquierda partidista más importante del mundo contemporáneo.

A menudo se utilizan los términos “socialismo” o “socialista” en referencia a la socialdemocracia y a los socialdemócratas, aunque el concepto “socialismo” es más amplio, ya que en diferentes países pueden incluir a socialistas democráticos, marxistas, comunistas y anarquistas. Mientras algunos consideran a la socialdemocracia una forma moderada del socialismo, otros, definiendo el socialismo en el significado tradicional o marxista, rechazan esta designación.
Orígenes de la socialdemocracia
 

La conferencia de Londres

La conferencia de Londres

 La socialdemocracia surge a finales del siglo XIX y principios del XX del seno del marxismo. Creían que la transición a una sociedad socialista podía lograrse mejor mediante una evolución dentro de la democracia representativa que por una revolución violenta o algún otro medio alternativo al de elecciones democráticas. Con anterioridad, se describía a los socialdemócratas como socialistas reformistas (dado que abogaban por el desarrollo del socialismo a través de reformas parlamentarias graduales) en contraste con los socialistas revolucionarios, que pretendían alcanzar el socialismo mediante una revolución obrera a través de la cual la mayoría social, representada por la clase trabajadora asalariada y en alianza con otros sectores básicos de la sociedad como el campesinado y los soldados rasos, accediese a la conquista de la propiedad sobre los medios de producción y del poder político, de los que se ven excluidos bajo el capitalismo, organizando una férrea resistencia, conocida como dictadura del proletariado, contra aquellos elementos de la vieja clase dominante que a través de agentes reaccionarios tratarán de recuperar, si es necesario mediante la violencia y el sabotaje, la hegemonía política y económica que era fuente de su modo de vida y sus privilegios.

 La necesidad de articular políticamente el movimiento proletario hizo que en las conclusiones de la Conferencia de Londres que dio origen a la creación de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT, 1864) se aconsejara la creación de partidos políticos revolucionarios. Estos partidos serían los defensores de las ideas sostenidas por la Internacional, inspiradas prioritariamente en el pensamiento marxista, y se articularían como “vanguardia organizada de las fuerzas proletarias”. El primer partido socialdemócrata fue el alemán (SPD, 1869), señalado como ejemplo a seguir por los propios líderes de la Internacional. Tomado como modelo se crearon los partidos socialdemócratas de España (1879), Bélgica (1885), Austria (1889), Hungría (1890), Polonia (1892), Bulgaria y Rumania (1893), Holanda (1894) y Rusia (1898). Un desarrollo político muy importante tuvieron los partidos socialdemócratas escandinavos (Dinamarca, 1879; Noruega, 1887; Suecia, 1889). Los partidos socialistas de la Europa Occidental siguieron una línea más laborista y de hecho nunca adoptaron tal denominación.

En la época de su fundación, todos estos partidos nacionales tuvieron planteamientos ideológicos muy semejantes, inspirados en el triunfante marxismo, una vez expulsados los anarquistas de la II Internacional (1896). Inicialmente los partidos socialdemócratas incluyeron socialistas revolucionarios como Rosa Luxemburgo y Lenin, moderados o centristas que defendía la ortodoxia o camino intermedio como Karl Kautsky y Jean Jaurès y partidarios de una aproximación gradual y evolucionaria como Eduard Bernstein.

Eduard Bernstein

Eduard Bernstein

 Sin embargo, pronto se abrió una profunda brecha ideológica del arte de Bernstein quien expuso una serie de críticas a la línea marxista en su obra Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia (1899), donde se condenaban la práctica revolucionaria y la aspiración a una dictadura del proletariado, y analizaba la posibilidad de transformación del capitalismo al socialismo mediante un proceso de reformas políticas y económicas; la consecución de estas reformas debían figurar en adelante como objetivo prioritario del movimiento obrero, por lo que no debían excluirse la utilización de la confrontación electoral y la presencia parlamentaria de los partidos socialdemócratas. Aunque las tesis de Bernstein fueron condenadas por casi todos los partidos, su posicionamiento (denunciado por los continuistas como revisionismo) tuvo una amplia influencia en el socialismo internacional

 La socialdemocracia después de la revolución bolchevique

 Socialdemocracia como “socialismo reformista”: el triunfo de la revolución bolchevique hizo que el socialismo internacional se dividiera definitivamente en dos grandes grupos; las facciones más radicales de los partidos socialistas y socialdemócratas se escindieron y acabaron conformando partidos comunistas, integrados en la III Internacional (Internacional Comunista o Comintern), que seguía las directrices del gobierno bolchevique en Moscú. La mayor parte de los partidos socialistas, opuestos a la línea revolucionaria y sobre todo a la concepción soviética, acabaron conformando una suerte de continuidad de la II Internacional -que había acabado muriendo con la guerra mundial-, y que tomó el nombre de Internacional Obrera y Socialista (Hamburgo, 1923). Estas internacionales dividieron al movimiento obrero organizado en 2 internacionales: una pro-revolución para llegar al socialismo y otra pro-reformas dentro de la democracia burguesa.

Fue entonces cuando comenzó a denominarse socialdemócratas a los partidos o corrientes que seguían las tesis de Bernstein; que se fueron agrupando en la Unión de Partidos Socialistas para la Acción Internacional (irónicamente denominada “Internacional Dos y medio” o “Segunda Internacional y media”). Algunos de estos partidos alcanzaron labores de gobierno, en solitario o en coalición, en el tumultuoso escenario de la Europa de entreguerras. Algunos partidos que formaban parte de esta Internacional defendían la reforma como forma de llegada a un socialismo sin propiedad privada (teoría que nunca se vio confirmada históricamente ya que en ningún caso se llegó a eliminar la propiedad privada bajo un gobierno socialdemócrata en el mundo), y no se oponían a la existencia de la URSS; pero la mayoría sólo quería reformar el capitalismo sin acabar con él ni con la propiedad privada. Entre los impulsores de esta Internacional se encontraba el Partido Socialista de Austria, al que pertenecían diversas personas, como Otto Bauer, que fueron englobadas dentro del austromarxismo. Finalmente, estos partidos concurren a la creación de Internacional Obrera y Socialista en 1923.

El periodo posterior a la II Guerra Mundial hasta la caída del Muro de Berlín

Logo Socialdemocracia

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Tras la Segunda Guerra Mundial la socialdemocracia fue uno de los principales grupos que posibilitaron la transformación de ciertos elementos del capitalismo y del estado para dar lugar al Estado del Bienestar; labores de gobierno o en la oposición, la socialdemocracia trabajó para conseguir la aceptación del estado para intervenir en la política económica y la regulación del mercado, al mismo tiempo que a través de la política fiscal se sostenían importantes programas sociales. A partir de la reconstrucción de la Internacional Socialista (Fráncfort, 1951) y la apuesta por la democracia pluralista y la libertad dentro de un sistema de mercado, el socialismo y la socialdemocracia se fueron fusionando ideológicamente. De modo especial se llevó a cabo esta identificación cuando los partidos alcanzaron labores de gobierno y tuvieron que adaptar sus presupuestos ideológicos a las exigencias de las labores gubernamentales.

Con el paso de casi todos los partidos socialdemócratas y socialistas europeos por el poder y sobre todo con la caída del sistema soviético y la desaparición de los regímenes de “socialismo real”, el socialismo democrático ha sufrido una profunda transformación que lo ha acabado identificando con la socialdemocracia.

A principios y mediados del siglo XX, los socialdemócratas en Europa defendían la legislación laboral y la nacionalización de las principales industrias.

La socialdemocracia ha sido la forma natural de canalización de las opciones obreristas que en el mundo del trabajo estaban representadas por los sindicatos a partir de mediados del siglo XX en adelante en toda la Europa occidental.

Tras la caída del muro de Berlín la mayor parte de los socialdemócratas se fueron distanciando del marxismo y de la lucha de clases, aunque, en algunos casos, se siguan aplicando los conceptos del “socialismo real”, como en Cuba.

La socialdemocracia contemporánea

En los últimos tiempos, los socialdemócratas mantienen que no existe un conflicto entre la economía capitalista de mercado y su definición de una sociedad de bienestar mientras el estado posea atribuciones suficientes para garantizar a los ciudadanos una debida protección social. En general, se diferencian del liberalismo en la regulación de la actividad productiva, y en la progresividad y cuantía de los impuestos. Esto se traduce en un aumento del Estado y los medios de comunicación públicos, así como de las pensiones, ayudas y subvenciones a asociaciones culturales y sociales. Algunos gobiernos europeos han aplicado en los últimos años una variante un poco más próxima al liberalismo llamada socioliberalismo, con un menor intervencionismo y presencia de empresas públicas, pero con el mantenimiento de las ayudas y subvenciones típicas de la socialdemocracia. Por lo demás, su ideología en temas sociales es equiparable a la del resto de la izquierda política, tal vez algo suavizada.

Los partidos socialdemócratas se encuentran entre los más importantes en la mayor parte de los países europeos, así como en la mayor parte de países influidos por el viejo continente, con la notable excepción de Estados Unidos, donde Bernie Sanders es el único senador independiente que se declara abiertamente como socialista democrático.

En Latinoamérica los partidos socialdemócratas han sido protagonistas de la mayoría de los procesos de redemocratización que tuvieron lugar al terminar las dictaduras militares, un claro ejemplo es Chile, donde el bloque PS-PPD-PRSD gobierna junto a democristianos desde 1990, o el APRA de Perú.

La mayor parte de los partidos socialdemócratas son miembros de la Internacional Socialista, que es sucesora de la Segunda Internacional y la Internacional Obrera y Socialista.

A menudo se utilizan los términos “socialismo” o “socialista” en referencia a la socialdemocracia y los socialdemócratas, aunque el concepto “socialismo” es más amplio, ya que en diferentes países pueden incluir a socialistas democráticos,  

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