En 1998, Leonel Fernández convocó aquel primer Diálogo Nacional, cuyos acuerdos nunca se cumplieron, escribí lo que hoy sintetizo...
“Se supone que cuando un ciudadano emprende la carrera hacia el poder, tiene identificados los males que afectan al país, y que podríamos dividir en dos grandes rubros: pobreza-desigualdad (que equivale a injusticia social) y crisis de los servicios públicos –carencia de planes de desarrollo (que equivale a ineficiencia estatal), a lo que sólo habría que agregar el elemento de la corrupción para completar el cuadro. Se supone que ese ciudadano eleva un programa de gobierno con el que hace campaña electoral, y que luego, en la Presidencia, nombra a personas capaces y dispuestas a trabajar. Entonces, ¿para qué hacer un largo diálogo con instituciones y gentes con las que ya identificó todo lo que es necesario solucionar y que lo único que espera es que éste, aquél y el otro se dediquen a trabajar?”.
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