Enviado por Fonchi Tejada
La moraleja de la fábula gráfica que recrea en tres recuadros el conflicto de dos burros en yunta, que sólo unidos pudieron comer dos pilas de yerba, separadas a considerable distancia, desnuda la triste realidad que sufre el Partido Revolucionario Dominicano, por culpa de una cúpula dirigencial atomizada.
Como en otros tiempos aciagos, la alta instancia del partido blanco, dispendia sus mejores recursos en una lucha fratricida sin tregua. Sus principales dirigentes, marchan impávidos rumbo al cadalso de otra irremisible división. No obstante, el paso es avasallante y triunfal. Se diría que van hacia la gloria.
No piensan que por ese derrotero se tira al vacío parte de lo más sano de nuestra historia política republicana.
Están cavando la tumba del primer partido del país con sostén ideológico definido; partido creado en el exilio, gracias a los aprestos que desde finales del año 1937, con la formación de la Unión Revolucionaria Dominicana, iniciara el doctor Juan Isidro Jimenes Grullón, el auténtico mentor del PRD.
Si la dirigencia perredeista interpreta fielmente el meta- mensaje de la fábula, su enseñanza gravitaría de manera favorable sobre el partido de la enseña blanca, en la próxima convención y en los comicios por venir.
Pero, no. Los intereses personales de Miguel Vargas y los de sus perniciosos "asesores", otrora promotores del fracasado neo-liberalismo económico, por un lado, y la conveniencia de Hipólito Mejía y los nada santos consejos de sus "Montesinos" criollos, por otro, están en primer orden.
Traigo esto a cuento, en razón de que la verdad histórica, en tanto "testigo mudo de cargo", enseña, desde tiempos inmemoriales, que la ambición desmedida, si se aliña con terquedad irracional, garantiza resultados catastróficos y traumantes. Y, lo que más inquieta: el trastorno puede ser de tal magnitud que, luego, podrían faltar lágrimas para el llanto.
La leyenda de marras trata la actitud de dos garañones hambrientos que, "sin pensar" en su condición yuxtapuesta, se empecinaban en comer separados. Esto originó una lucha estéril por la pretendida autonomía, que casi diezma sus fuerzas. Sin embargo, el buen juicio se impuso, y, juntos, ingirieron las porciones alimenticias.
Es obvio que la falta de raciocinio de los asnos, no evitó que el sentido común prevaleciera. Era asunto de supervivencia. Entonces, es inconcebible que dirigentes con niveles de docencia política universitaria, incuestionables, se denuncien como toscos paradigmas de dicentes de primaria. ¡Qué vergüenza!
A veces, entre rabia y tristeza, pienso que la cultura discrepante de esos dirigentes, en el fondo, persigue contrariar el discurso unitario de Peña Gómez, ahora que para ellos está física y doctrinariamente muerto.
Si con el consenso se retorna a Esquea a la presidencia del Partido, y el camino hacia el Poder se torna más claro y expedito, ¿Cómo entender que no se active el "regreso en unidad", ¡ya!? ¡Esquea es la vía!
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