Por Luis José Chávez
El autor es periodista y politólogo
El costo del triunfo electoral del presidente Leonel Fernández en el 2008, en términos de corrupción, clientelismo, quiebra institucional, endeudamiento y desorden presupuestario, ha comenzado rápidamente a pasar factura y parece claro que el PLD ha iniciado un proceso de franco deterioro político que podría afectar severamente sus posibilidades electorales en el 2010 y 2012, aunque no parece tan claro que el PRD sea el beneficiario de esa caída.
Las dudas sobre el papel del PRD tienen mucho que ver con el pobre desempeño mostrado por sus principales líderes, que parecen convencidos de que el desplome del PLD gobernante los exonera de la obligación de superar los errores y vicios que han afectado a la organización en los últimos años.
Algunos líderes importantes parecen convencidos también de que los problemas del PRD se resuelven extirpando radicalmente la parte vieja del Partido, ignorando que ese proceso podría implicar un trauma de graves consecuencias, sin ninguna garantía de que la pérdida del viejo liderazgo signifique necesariamente un relanzamiento cualitativo y cuantitativo a corto y mediano plazo.
Algunos voceros del ingeniero Miguel Vargas, por ejemplo, insisten en afirmar que en el PRD ya pasó el tiempo de los viejos, en un discurso que agrede a más del 60 por ciento de los actuales dirigentes de su partido.
José Leonel –Neney- Cabrera acaba de afirmar que “ya concluyó el tiempo de los dirigentes ancestrales del Partido Revolucionario Dominicano, los cuales no aceptan cambios en esa entidad política. “Entiendan que en la vida nada es perenne, que ya cumplieron su función dentro del partido”, ha dicho el novel empresario y político.
Otro joven dirigente, Juan Carlos Guerra, quien también ha formulado duras críticas contra los dirigentes maduros, entiende que “el principal problema de la fracasada generación que ha dirigido al PRD en los últimos cincuenta años, representada por Esquea, es que viven de espaldas a la ciudadanía, son incapaces de comprender que ya su ciclo histórico terminó".
Es bueno apuntar que el principal representante de “esa fracasada generación del PRD” fue el doctor Peña Gómez, el más esforzado y productivo dirigente democrático del país en los últimos 50 años. Fue el doctor Peña Gómez, mucho más que el doctor Esquea Guerrero, el responsable de conducir al PRD durante el difícil proceso de construcción de la democracia y las reformas institucionales de las últimas décadas.
Yo juraría que el principal problema del PRD no es la vigencia de los dirigentes viejos, como entienden Neney y Juan Carlos, sino de la incapacidad del nuevo liderazgo para optimizar los actuales recursos de la organización, incluyendo a “viejos” como Vicente Sánchez Baret, Hugo Tolentino Dipp, Virgilio Bello Rosa, Tirso Mejía Ricart, Milagros Ortiz Bosch, Ivelisse Prats de Pérez, Emmanuel Esquea Guerrero, Aníbal García Duvergé, Rafael Suberví Bonilla y cientos de dirigentes jóvenes y maduros que constituyen el mejor activo de esta organización.
Resulta difícil entender cual sería el beneficio de crear un sisma dentro del PRD, separando de sus filas deshonrosamente, a figuras meritorias cuyo único pecado ha sido ejercer la política con firmeza, lealtad y decencia, sobreponiéndose a la tentación del transfuguismo y a la compra de conciencia.
Si estas posiciones representan la visión del ingeniero Miguel Vargas, quien tiene amplias posibilidades de encabezar nuevamente la boleta presidencial de su partido, no hay que hacerse muchas ilusiones sobre el papel que podría jugar el PRD en las elecciones del 2010 y del 2012, aunque el partido de gobierno siga cavando su tumba.
El PRD tiene ciertamente la oportunidad de reorientar su estrategia y su discurso, pero si no lo hace probablemente el país construya su propia opción de cambio.
9 de febrero, 2009
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