viernes, 24 de septiembre de 2010

Bosch fue víctima de conspiración



TONY PINA/elcaribe.com.do

Hoy se cumplen 47 años del derrocamiento del presidente Juan Bosh, el golpe de Estado que puso fin a uno de los gobiernos de mayor vocación democrática que en toda su historia de vida republicana haya tenido haya tenido el país.

Fue una conjura que comenzó a incubarse desde antes de su juramentación el 27 de febrero de 1963.

Poco o nada significó para Estados Unidos, a través de la CIA, o para la remanencia militar trujillista anidada en San Isidro, a la jerarquía católica, así como también para el empresariado y la Unión Cívica, el ejemplo de honestidad y moralidad que imprimió Bosch al frente de la administración pública.

El nuevo orden de gobierno constituía una afrenta para los más oscuros intereses, en un país que apenas acababa de salir de las fauces de una cruenta dictadura, por lo que al “enemigo” mediático había que aniquilarlo.

Durante su efímera gestión de siete meses Bosch adoptó una serie de medidas de corte social a favor de la población, siendo la más relevante la promulgación de una nueva Constitución que consagraba, entre otros aspectos, los derechos de los trabajadores a los beneficios de las empresas y establecía la libertad sindical y de cultos.

Su lucha contra la corrupción fue vertical. Ni un solo caso de manejo doloso se registró, lo que da una idea de la transparencia de su gestión, a lo que se suma una práctica de austeridad que le permitió ahorrar lo suficiente para pagar la deuda externa de ese momento.

En lo personal. Bosch predicó con el ejemplo: en la declaración jurada de bienes, hecha antes de instalarse en el poder, se hizo constar que él y su esposa no poseían ninguna clase de muebles, propiedades, ni acciones de ningún tipo, ni fondos, ni dinero, aquí o en el extranjero. Y, al efecto, el presidente vivía en una casa alquilada con sus ajuares a crédito.

Pero, a pesar de vivir en esas condiciones limitadas, una de sus primeras medidas de austeridad fue rebajarse el sueldo.

Un estilo de vida así, un modelo de transparencia y pulcritud, indiscutiblemente que fue parte de lo que hizo mella en la jauría insaciable que heredó el país a raíz del exterminio de la dictadura trujillista.

A la par con la campaña mediática del supuesto peligro a que se exponía el país “de caer en el comunismo al igual que Cuba”, como pregonaban en la población los sectores conspiradores, la extrema derecha no escatimó esfuerzos junto a Estados Unidos para poner en acción conspiradora.

Bosch, que cinco días antes del golpe enfrentó la huelga de los comerciantes, y semanas atrás tuvo que hacer lo mismo con la paralización del magisterio, desconocía, sin embargo, la magnitud e inminencia de los golpistas.

Él mismo lo reconoció 20 años después, en septiembre de 1983, cuando en la revista “Política: teoría y acción”, órgano del Partido de la Liberación Dominicana, escribió: “El jefe militar que sabía lo que iba a suceder era el jefe de la aviación, general Atila Luna, pues era en él en quien confiaban en realidad los miembros de la misión militar yanqui, especialmente el coronel Luther Long, agregado aéreo”.

En esa misma publicación, donse refiere a la guerrilla de León Cantave, en Dajabón, para derrocar a Duvalier en Haití, con la ayuda de Estados Unidos, Bosch señala: “A cualquiera que haya dicho o diga que yo conocí los hechos antes, pídanle que presente las pruebas; y si no las presenta, juren que está hablando mentira”.

“La democracia es un bien del pueblo”

Bosch tenía clara su concepción sobre la democracia y el ejercicio de la política.

“Hemos permitido toda clase de libertades y hemos tolerado toda clase de insultos, porque la democracia debe ser tolerante; pero no hemos tolerado persecuciones ni crímenes ni torturas ni huelgas ilegales ni robos, porque la democracia respeta al ser humano y exige que se respete el orden público y demanda honestidad. Los hombres pueden caer, pero los principios no.

Nosotros podemos caer, pero el pueblo no debe permitir que caiga la dignidad democrática. La democracia es un bien del pueblo y a él le toca defenderla. Mientras tanto, aquí estamos, dispuestos a seguir la voluntad del pueblo.

Yo puedo ser derrocado como cualquier gobernante en América Latina, pero no seré derrocado cuando salga del poder, tendrán que reconocer mi honestidad. Este gobierno en ningún caso ordenará ni protegerá ni encubrirá una inmoralidad, una maldad o un crimen”.

No cambió su conducta

El 26 de septiembre de 1963, un día antes de salir al exilio tras ser derrocado, Bosch redactó un mensaje al pueblo: “Ni vivo ni muerto, ni en el poder ni en la calle se logrará de nosotros que cambiemos nuestra conducta.

Nos hemos opuesto y nos opondremos siempre a los privilegios, al robo, a la persecución, a la tortura.

Creemos en la libertad, en la dignidad y en el derecho del pueblo dominicano a vivir y a desarrollar su democracia con libertades humanas, pero también con justicia social.

En siete meses de gobierno no hemos derramado una gota de sangre ni hemos ordenado una tortura ni hemos aceptado que un centavo del pueblo fuera a parar a manos de ladrones”.

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