Atisbando //
Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Árbol que crece torcido, jamás sus ramas endereza, dice el refrán.
Todo parece indicar que las ramas fueron torcidas por oscuras negociaciones no reveladas entre quien tiene el poder y quien sabe que le conviene mantenerse bajo control del enemigo, por si acaso.
En política hay juegos tan extraños que un candidato puntero en la recta final pide que se vaya a botar con palos y piedras y, otro amenaza con un látigo de muchas cabezas.
El Partido Revolucionario Dominicano, tradicionalmente, ha sido víctima de apetencias desmedidas, actuaciones incorrectas, cesarismo, visión de tuertos y mucha estupidez.
Una organización dueña de tan luminosa trayectoria no merece caer en la torpeza de dirigentes cuyo principal mérito sea hacer dinero.
Ello así, porque el Partido Revolucionario Dominicano no es una Compañía por Acciones en la cual habría que ver qué es una acción, cómo se acumula y quién tiene calidad para contabilizarlas.
Algunos quieren olvidar que el Partido Revolucionario Dominicano es una unión de voluntades que persigue propósitos entre los cuales se pueden contar: el establecimiento de una democracia que ofrezca a las personas la oportunidad de comer con el sudor de su frente; un Estado de derecho donde se respete a todos los que cumplen con la Constitución y las leyes, sin discrimen de ningún tipo: color, religión, nivel educativo, salud, etc.,
Desde siempre se ha dicho que el PRD es el buey que más jala, nadie tiene derecho a colocarle un narigón y conducirlo a un matadero electoral donde se justifique la crónica de una muerte anunciada.
La fuerza y la razón, la razón y la sinrazón, la justicia y lo legal, son temas y prácticas que vienen de tan lejos como el pleito entre Caín y Abel.
El Partido Revolucionario Dominicano pasa por un período en el que se requiere dejar a un lado la intolerancia y la exhibición de fuerzas que supuestamente se tienen, a menos que se trate de jugar bien el papel en una trama contra la voluntad popular.
Recordemos tres de las actuaciones estelares del Presidente del PRD, ingeniero Miguel Vargas Maldonado:
-firma de un acuerdo con el Presidente Leonel Fernández a contrapelo de la voluntad del partido;
-apoyo al sainete constitucional presentado por el Presidente Fernández, en contra, también de la voluntad de partido; y,
-ahora reúne una “Comisión Política” cuyo número de miembros está en el limbo y carece del aval de la Junta Central Electoral.
Hay que frenar el toro de Miura que es Miguel Vargas, quien embiste en busca de la estocada que mande el PRD al cementerio político.
Santo Domingo, R.D., sábado, 11 de septiembre de 2010
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