lunes, 30 de marzo de 2009

Como Joaquín Balaguer: cerrando el “camino malo”

En su más reciente artículo, Juan Taveras Hernández (Juan TH para mí y muchos otros de sus amigos personales y compañeros de una quijotada que no parece tener fin) cita de los estatutos del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) el palé de lotería política más vendido en los últimos meses, el mentado articulado que lleva el número 185, y cito:


Por Eulalio Almonte-Rubiera - Fla. 

 

“El artículo 185 dice: “El Presidente del Partido, el Secretario General, el Secretario Nacional de Organización, y el Secretario Nacional de Asuntos Electorales, no podrán aspirar a la candidatura para la Presidencia y Vicepresidencia de la República y demás cargos electivos, antes del término del mandato para el cual fue elegido, aunque renuncien.”

 

A seguidas bate el cobre y a flote sale a relucir la verdadera intención de los que de alguna manera siguen o coinciden con aquellos que en su oportunidad exaltaron la figura de Miguel  Vargas como la de un exitoso político y consumado gerente de empresas, en cuyas manos estaría seguro el timón de una nave que zozobra en el tormentoso mar de las improvisaciones. Y sin poner ni quitar un punto, una tilde o una coma, ni mucho menos la intención del mismo, lo cito a continuación:

 

“Ese artículo, aprobado por Miguel Vargas y quienes le siguen hoy, no está sujeto a discusión. Esos dirigentes no pueden aspirar a cargos públicos durante cuatro años. No entiendo cómo es que ahora, por ambiciones personales o grupales, los que  participaron en ambas convenciones, que incluso formaron parte de la redacción de los estatutos, ahora quieren violarlos flagrantemente, como si ese documento, que fue resultado de muchas horas de estudio y de trabajo, de discusiones democráticas, quieran ignorarlos como si se tratara de un pedazo de papel sucio que sólo sirve para tirarlo a la basura, porque eso es, basura, cuando debería ser como la Biblia, sagrado”.

 

El párrafo anterior resume todo cuanto unos pocos años antes se les dijo al ingeniero Hipólito Mejía, un hombre a quien se le enrostro haber dicho, reiterado y jurado frente a la virgencita de La Altagracia que no sería nuevamente candidato a la presidencia de la República, y hasta un libro de magnífica impresión fue puesto a circular bajo el epígrafe de “Mi Palabra”. Yo compre uno de esos ejemplares distribuidos desde la oficina del Centro de Información Gubernamental dirigida entonces por el licenciado Juan Manuel García.

 

Creo –si mi memoria no me traiciona, que Hipólito no solo hizo modificar la Constitución de la República, sino que se presento como candidato, arrastro a los suyos, amigos y seguidores políticos a la debacle y resigno temprano ante la apabullante victoria de un ‘Leonelito’ de quien se dijo le temblaban las rodillas, y que tremenda vaina la ha echado a un país en donde ahora el crimen, la inseguridad, los apagones, el narcotráfico con y sin charreteras son el pan nuestro de cada día. Se le había hecho un traje a la medida, aunque no hubo ocasión para que ese flu fuera estrenado en la fiesta del 16 de agosto de 2004.

 

En su oportunidad, cuando todo lo creía perdido, el doctor Joaquín Balaguer echo manos a lo que entendió su última carta, y llamo al ya enfermo y antiguo enemigo político, el profesor Juan Bosch, y en un acto sin precedente sello una alianza con el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), --el mismo que gobierna hoy, y con gran masturbadora satisfacción le dijo a la Nación y al mundo que “el camino malo está definitivamente cerrado”.

 

Ese “camino malo” lo encarnaba la figura más digna de la política nacional ¡y cuidado!, el doctor José Francisco Pena Gómez, de quien en una contradicción de su veleidoso pensamiento ya había reconocido no solo talento, sino reciedumbre en cada acto de su vida, al punto de indicar que en su Partido Reformista no dejaba heredero político porque no contaba con un hombre de la talla de aquel a quien otros, por su color y origen, satanizaron hasta la inconsciencia. Hoy su nombre es honrado en aeropuertos, calles, monumentos y toda suerte de hipocresía histórica.

 

En estos momentos, en que el ex candidato presidencial perredeísta navega exitosamente hacia nuevos triunfos, se le quiere cerrar el camino. Vamos a ver que sale de todo esto, aunque alguien ya advirtió que en los escenarios de la vida hay obras que no admiten ensayos, sin que alguien pague los platos rotos de la intolerancia.

 

(El autor es periodista, ex director de medios)

 



Su estimador de siempre

Margarito C. De Leon C.

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