martes, 4 de septiembre de 2007

Miguel Vargas lanza grito de guerra y posiciona nuevo PRD

Servicios Google/Listín Diario, Matutino Dominicano
MANUEL FIGUEROA

LÍNEA NOROESTE.- El helicóptero descendió con Miguel Vargas Maldonado en las mismas entrañas del Morro de Montecristi, a las 9:35 de la mañana. Allí lo esperaban 53 jeepetas, 26 camionetas de doble cabina 4 por 4 turbo, doce carros y tres minibuses. Todos dispuestos a seguir al candidato presidencial por la agreste ruta noroestana, en una interminable caravana.

Neney Cabrera y Alfredo Pacheco apresuraron el paso para no quedar a la retaguardia. La señora Georgina Muñoz burló la hermética seguridad y se arrojó sobre la Chevrolet Suburban negra, le quitó una piedra del camino y abrazó a Vargas Maldonado. Mientras una muchedumbre, desde el local del PRD, gritó: “Cuatro años másÖy es locos que estánÖDe que se van, se van”.

La dirigencia perredeísta sostiene que esta escena se reproduce en cada lugar visitado por el candidato. Exhiben la coyuntura como un trofeo de guerra. Con una evidente demostración de que el partido ha comenzado a recobrar la moral y el entusiasmo perdidos, tras el frustratorio gobierno de Hipólito Mejía, las divisiones internas y las dos humillantes derrotas de 2004 y 2006.

Vargas Maldonado, como su nuevo redentor, se lanza cada semana por calles y carreteras de las diferentes provincias del país.

La prédica
“Tenemos que trabajar fuerte y unidos desde arriba hasta abajo. Rematar, para irnos en la primera vuelta”, le predica a las eufóricas bases del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

En cada región juramentó sin pausas los comandos de campaña, que tendrán la responsabilidad de escarbar hasta el último de los votos. Reúne con incansable determinación a sus seguidores del sector externo. Visita personalidades influyentes de las comunidades. Arenga a los representantes de la sociedad civil, las iglesias, profesionales, jóvenes, galleros y los sectores productivos. No deja escapar a nadie con potencialidades, para sumarlo a su titánica tarea.

“El país demanda un cambio hacia el futuro. Ni un salto al pasado, pero no más de lo mismo”, repite como carta de presentación una y otra vez en las quince actividades que encabezó durante 30 horas de intenso trabajo en las provincias de Montecristi, Dajabón, Santiago Rodríguez y Valverde, Mao. No se desprende ni un instante de su crítica al “candidato-presidente”, por incumplir sus promesas de campaña y la incontenible voracidad fiscal de su gobierno.

Una escolta que supera los 20 hombres garantiza su seguridad y mantiene a raya, a veces con excesos presidenciales, a los militantes perredeístas y personas de la población que se abalanzan para conocer y palpar el candidato en mangas de camisa.

Esa acción frustró la avidez de muchos, como el discapacitado Julián Lora, que llegó en su silla de ruedas con el niño Noel en brazos y una gorra del movimiento “En Línea con Miguel (MLM)”, para solicitar una ayuda. La Defensa Civil le había suspendido los 1,000 pesos mensuales que recibía, para mantener a su mujer y sus tres hijos. En ese momento el doctor César Mella habló de “participar en política de una manera diferente”, durante un acto del Sector Externo en la residencia de Santiago Almánzar, en Santiago Rodríguez, que cerró la canción “Cuando se acaba el amor”, mientras la jovencita Ignacia Burdier Pérez saltaba de emoción en su passola tras conseguir una gorra que reza: “Miguel es empleo. Mi presidente”.

El nuevo PRD
Los encuentros en las ciudades se transforman, ora en reuniones de juramentación, ora en cara a cara, ora en mano a mano, ora en verdaderos mítines. “Y todavía no estamos en campaña”, reflexiona Carlos Gabriel García, director del equipo de comunicaciones. Los perredeístas parecen celebrar que en la presente circunstancia se ha roto el cerco geriátrico que caracterizó a la organización opositora por los siglos de los siglos. El fragor de las bases no percibe por ningún rincón los sempiternos liderazgos de Hipólito Mejía, Milagros Ortiz Bosch, Rafael Suberví Bonilla, Vicente Sánchez Baret, Salvador Jorge Blanco, Pedro Franco Badía y José Rafael Abinader. Nadie hace mención de la vieja guardia perredeísta. Sólo Vargas Maldonado se esfuerza por demostrar que están integrados a su candidatura, mediante legítimos representantes.

Durante el recorrido por el noroeste apenas la diminuta figura de Fulgencio Espinal, con una boina blanca y su encanecida barba, surgió por momento de la nada, elevado por alguien en la parte posterior de la tarima en Mao, la tierra del fenecido líder José Francisco Peña Gómez.

Mientras el ex senador por Santiago, Víctor Méndez, con su impecable chacabana color pastel, hizo notar su presencia cuando un dirigente local lo auxilió en Dajabón: “dejen subir a ese”. O el ex estratega de Hipólito, Fernando Durán, ignorado por el triunfalismo de los participantes en el encuentro del Club Gallístico Antonio Carrasco, de El Guanal, cuando el presidente de la Asociación de Ganaderos de Santiago Rodríguez, Radhamés de León, un otrora balaguerista furibundo, anunció que desde ese momento se alineaba con Miguel. Y que “estamos dispuestos a dejar el pellejo en nuestras fincas ganaderas, para que usted sea presidente”.

Ningún otro dirigente, después de Vargas Maldonado, pudo imponer su autoridad en las bases. Por momentos el presidente del PRD, Ramón Alburquerque, fue rememorado todavía por su “¡Entren to’ c...!”. El bonachón secretario general, Orlando Jorge Mera, por su refrescante figura. El ex presidente del Senado, Andrés Bautista; el “senador moral” Yayo Matías ni el senador Mario Torres con su disco light propalando la consigna “Con Miguel volveremos al poder”.

Ellos no se apartaron de la ruta en ningún momento, desde que quedaron atrás El Morro de Montecristi, sus playas y su área ecológica, los siete cayos hermanos, los galeones hundidos, el reloj público, el Museo Martí-Máximo Gómez, las casas victorianas, las salinas, la casa de Doña Emilia, el Club Náutico y el Hostal San Fernando, de Frank Joseph Tomen, el intrépido dirigente que se atrevió a enfrentar a Hipólito en la convención para la reelección presidencial en enero del 2004 .

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