Afirma que nadie puede elegir sus amigos y enemigos
José Miguel Soto Jiménez, afirmó que no acepta tapabocas ni boches, en respuesta a la acusación que le hizo el ex presidente Hipólito Mejía de que “se vendió”, por el acercamiento mantenido con el presidente Leonel Fernández.
“Respeto el derecho ajeno y exijo que se respete el mío; disiento cuando tengo que disentir, no hago coros y no acepto que nadie me elija mis amigos ni mis enemigos”, dice el ex secretario de las Fuerzas Armadas en una carta que dirigió a Mejía y que hizo pública al distribuirla a los medios de comunicación. El texto completo se publica en la página digital de El Caribe y CDN.
Sostiene que no tiene que pedirle permiso a nadie para articular sus ideas, que no entra en componendas telefónicas para azuzar a los lobos y que tampoco cree en “los tapabocas ni en los boches”.
Más adelante agrega: “Interpreto, por la desaprensión de sus palabras y la ligereza olímpica de sus expresiones, que ha sucumbido a los encantos pérfidos de ese corifeo de alabarderos que lo rodea en su corte de exquisito feudo pastoril, a algunos de los cuales usted me confiaba despreciar, haciéndome confidencia graciosa de los dardos envenenados que disparaban contra mí”.
“Sin embargo, créame que, a pesar de su actitud inconsecuente, sólo me impulsa salir en defensa de un nombre que ni usted ni nadie puede ensuciar, ya que ha mencionado en sus declaraciones la palabra traición, la más abominable y execrable de todas las palabras del diccionario, porque resume en sí misma la bajeza, la indignidad y, sobre todo, el quebrantamiento de la más noble expresión del sentimiento humano que es la lealtad”, dice Soto Jiménez al ex presidente Mejía.
Con respecto al compromiso personal que reclamó Mejía por haber sido el secretario de las Fuerzas Armadas durante los cuatro años de su gobierno, Soto Jiménez le responde al ex gobernante con la siguiente expresión: “La amistad obliga en el plano de la reciprocidad al respeto y al afecto, pero de ningún modo a la adhesión abyecta, a la subordinación servil de criterio, a la inercia, a la inamovilidad y, mucho menos, a la tolerancia de insultos a la que está usted lamentablemente tan acostumbrado, con la excusa baladí de su carácter repentista”.
“En este plano, no solamente fui su amigo leal, practicando no la fidelidad irracional propia de ciertos animales domésticos, sino una lealtad activa pletórica en servicios dignos en el buen ejercicio de la misma. Creo que de muchas maneras me hizo usted expresión de su complacencia, hasta alabando en público las virtudes de mi colaboración, y sabe bien que nunca traicioné su confianza ni su afecto”, dice Soto Jiménez
En otra parte de su misiva dice a Mejía: ”Como servidor de su gobierno en el plano militar, fui objeto ciertamente de distinción, protección y consideración, pero yo también colaboré con usted incansablemente, a brazo partido, con eficiencia, sinceridad y honestidad, durante cuatro años ininterrumpidos”.
Niega que jugara “dos cabezas”
No creo, y lo sabe usted, contrario a lo que algunos perversamente insinúan ahora, que durante determinados momentos históricos jugara yo dos cabezas.
Hombre suspicaz, advertido y bien informado, no podría ser usted objeto de ningún engaño tan burdo y prolongado. Contactos con el Presidente Fernández, más allá de la fábula de los egoístas impenitentes, no tuve nunca que no lo supiera usted y, en ningún caso medió nunca la indignidad, la infidencia tan propia de los hombres pequeños.
Lo cierto es que nunca hice nada inconsulto en ningún caso ni circunstancia, y le consta que le dije siempre, no lo que usted quería oír, sino mis puntos de vista”.
Recuerda advertencias
“Cuando le advertí de ciertas prácticas impropias en este campo, por parte de ciertos jefes militares, usted siempre me dijo, mencionando sus nombres, que esas eran exhibiciones politiqueras de los que me querían tumbar del puesto, y yo le dije que, de todas formas, había que corregir la anomalía frente a un periodo comicial. Por eso emití varios memorandos respecto a la delicada cuestión, y pareció entonces que me apoyó en todo de forma efectiva, para bien de la democracia, a pesar de que me enteré que ciertos generales comandantes de brigada fueron llamados a su despacho por su edecán para que supuestamente no cumplieran mis órdenes el día de las elecciones del 2004, por estar yo dudoso, y esos oficiales fueron a darme la novedad, en apego de una conciencia institucional”.
Lamenta actitud de Mejía
“Conozco su teoría de sonar el fuete de vez en cuando para alinear la vacada, pero para hacer eso necesita ganado, ganado que se asuste de los estampidos del artificio, y requiere de reses mansas, enfermas o cansadas. Conmigo no funciona eso, porque yo no estoy en su corral, ni quiero estar donde sobran las vaquillas mansas y cautivas. Fui su subalterno, su leal servidor, fui su amigo, nunca lo defraudé, pero no seré nunca su juguete, ni su sirviente, ni su esclavo. Recuerde que yo también soy de allá, de la tierra de María Santísima, no me intimido ni me encojo. A veces me ofusco como usted, pero eso sí, sin tapujos, hipocresías, falsedades ni mentiras de conveniencia. Y aunque hubiese querido, a distancia prudente como he estado, seguir siendo su amigo,tanto por lo dado como por lo recibido, lamento que usted decidiera sacrificar mi sincera amistad, de manera definitivamente irreversible”.
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