Por Miguel Guerrero / El Caribe
La necesidad de un debate electoral entre los candidatos ha ido ganando simpatías en la población, a medida que el discurso de campaña se hace más insustancial y las retractaciones usurpan el lugar de las propuestas.
El tema ha sido abordado con lógica irrefutable por el presidente de la Junta Central Electoral, doctor Julio César Castaños Guzmán, ante la Cámara Americana de Comercio, quien ha dicho que ello permitiría a los electores asimilar el contenido de las ofertas electorales y, por ende, ejercer el sufragio con plena conciencia de lo que hacen.
Lo cierto es que sólo el presidente Fernández ha puesto obstáculos a ese evento, con argumentaciones por demás muy débiles y descalificadoras de sus oponentes, como esa de que los demás no se encuentran a la altura suya.
La Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios ha intentado sin éxito organizar un debate serio entre los candidatos presidenciales en los últimos procesos electorales y todo hace indicar que nuevamente se le pelará el billete.
Pero los directivos de esa prestigiosa institución de emprendedores hombres y mujeres de negocios, sentarían un ejemplo aleccionador si se decidiera llevarlo a cabo con aquellos que estén dispuestos a participar en él.
El precedente obligaría a los partidos a que en el futuro sus candidatos se vieran precisados a participar en este tipo de evento, que como bien dijera el presidente de la JCE centraría la confrontación electoral en los temas de fondo, evitando la descalificación y los ataques personales que hoy dominan los discursos de campaña.
Me refiero a un debate conducido por profesionales, abierto a todos los temas, que probablemente demande más de una ronda, como lo acabamos de ver en España y en las primarias demócratas de Estados Unidos.
Y que le enseñaría al país realmente quién es quién, lejos de toda duda.
Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do
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