Reportado por Almonte Rubiera, Dirección de Prensa de Campaña MVM
Por Julio Mariñez Rosario
En la prensa del día domingo 21 de octubre se reseña la visita del candidato presidente a la región de Haina y San Cristóbal. Nada más elocuente que la narración del periodista de lo que es un día de campaña normal de su campaña. Hechos que van minando su resistencia a no ver la realidad y que pueden inducir a sus conmilitones a buscar atajos nada ortodoxos con la práctica democrática.
Lo primero es el abuso del candidato presidente al hacer esperar más de dos horas a sus partidarios. Desde las 11 de la mañana estaban grupos de seguidores que apoyan su candidatura.
Igualmente se encontraban personas con denuncias relativas a promesas incumplidas. Y es que el candidato presidente hace cuatro años se explayó en ofertas que sabía no podría cumplir, pero vendió sueños irrealizables con el afán de lograr el poder, pero el tiempo pasa y hoy se los cobran.
Pero peor que lo anteriormente señalado, es que no ha hecho prácticamente nada. Hoy los vecinos, y lo reseña el periodista, le exigen algo tan sencillo e indispensable para la educación del futuro de la patria, como lo son las butacas de la escuela.
En otro lugar le mostraban calderos vacíos en señal de protesta. Y así, de paso en paso, el pueblo se vuelca no para mostrar solidaridad y entusiasmo con la candidatura, sino para aprovechar la oportunidad de externar la frustración de sentirse engañado por las promesas incumplidas y encontrarse con la desvergüenza de un aspirante que tiene que regar de ron y cerveza entre los militantes de su partido para no encontrarse sólo con los representantes de la protesta popular que no soportan tanto descaro.
Pero siguiendo la crónica del reportero, nos encontramos que el candidato presidente ocupa la mayor parte del recorrido a visitar a dirigentes de su partido en sus respectivas casas. Como los topos, trabajando metido bajo cubierto o dentro de sus vehículos.
Le fastidia el calor del medio ambiente y la cara de insatisfacción ante la promesa incumplida de un pueblo que depositó su confianza y se siente defraudado.
Destaca el reparto de papeletas, el encuentro con ex dirigentes de otros partidos quienes se han entregado al apoyo gubernamental, gracias a inconfesables negociaciones no propias del buen desarrollo político.
El poder de síntesis del pueblo es extraordinario. El cronista reseña que la dirigente vecinal Lilian Morales, de la Asociación de Padres de la escuela, le denuncia que los funcionarios públicos ni siquiera escuchan sus quejas. Ratifica este hecho la actitud de un gobierno que es sordo a las peticiones populares, el cual nada hace por satisfacerlas
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