martes, 26 de febrero de 2008

Pulsaciones


El Nacional, Vespertino Dominicano

POR RADHAMÉS GÓMEZ PEPÍN

Se extiende cada día la creencia de que el candidato Miguel Vargas Maldonado prefiere promoverse sólo por su nombre y no usar el del Partido que lo postula -Revolucionario Dominicano- y ni pensar en las siglas PPH.

Esto de PPH significa Proyecto Presidencial Hipólito, y surgió cuando el agrónomo Hipólito Mejía iba a postularse por primera vez.

Fue satanizado el PPH después de la derrota electoral de Hipólito al pretender reelegirse en 2004, cuando se le atribuyeron todos los males habidos y por haber que han afectado a la República Dominicana.

Poco han hecho los perredeistas en contra de esa embestida que ha llegado al extremo de que, como estrategia de campaña, la gente del Gobierno siempre vincula el PRD al PPH, y los cita los dos como si fueran la misma cosa.

Ellos y todo el mundo saben que no es así, pero insisten en proclamarlo porque resulta que todavía hay quienes creen que el PPH es una especie del RIP (Requiescat in pace) usado en las tumbas o en esquelas mortuorias.

Y entre quienes eso creen es evidente que está la gente que se mueve alrededor de Vargas Maldonado, quien ni siquiera se ha atrevido a dejarse ver junto con Hipólito Mejía, aunque es de presumir que ambos se reúnen a menudo.

Porque resulta, señores, que hoy por hoy Hipólito Mejía es la cabeza del grupo más numeroso e influyente dentro del PRD, al que parece controlar.

Si las cosas son así, entonces no veo cuál es la razón para que Vargas Maldonado siga esquivando una presentación en público con Hipólito Mejía, aunque previamente tenga preparada la respuesta a la reacción que dicho encuentro podría producir.

Sería sincerizarse ante los votantes y decirles que nadie les meterá gato por liebre. Además, se confesarían como cultores de la transparencia sin tapujos y sin temores de que la verdad resplandezca en todo su esplendor.

Es lo que hizo el coronel Pedro Goico Guerrero -Pepe Goico- a quien lo querían satanizar y vino de España a pelear en el terreno que otros habían escogido y hoy los difamadores de antes parecen haber decidido dejarlo solo o quizás olvidarlo.

Lo cierto es que Pepe ha dicho una serie de verdades y ha hecho otra de advertencias sobre la revelación de ciertas cosas, y no lo joden tanto. O sea, tuvo los elementos colgantes suficientes para enfrentar una avalancha de acusaciones y falsedades, y todo indica que no tiene por qué arrepentirse.

Entonces tampoco Vargas Maldonado ni Hipólito deben seguir ocultando lo inocultable. Ambos están fuertemente aliados y eso no constituye pecado mortal.

¿Qué les falta para presentarse en público como aliados normales? ¿Decisión? ¿O acaso algo de lo que, a lo mejor, Pepe pueda generosamente abastecerles?

No lo creo.

rgomez@elnacional.com.do

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